Los dolores de espalda (escoliosis, lordosis…), trastornos de la motricidad (parálisis, esclerosis múltiple…), falta de movilidad (física y psíquica), sensación de inercia, impresión de no ser apoyado, dificultad para cargarse a sí mismo y/o sensación de “cargar con todo“, falta de confianza en sí mismo y de seguridad en sí mismo, sentimientos de indignidad, auto desvalorización, dificultad para aceptarse como uno es, miedo al juicio, inseguridad, falta de autonomía, miedos relacionados con la supervivencia y la carencia, sentimiento de fragmentación, comportamiento rígido y pensamiento dogmático, falta de anclaje tanto en la tierra como en el cielo.
La columna vertebral es la principal estructura del cuerpo humano que conecta la cabeza con la pelvis. Protege la médula espinal y está compuesta por las vértebras cervicales, dorsales y lumbares apiladas, a las que se añaden las vértebras fusionadas del sacro y el coxis. Como un árbol que extiende sus ramas, es el tronco al que se unen las costillas que envuelven la caja torácica, y el canal central que asegura la buena circulación de la “savia“ en todas sus ramas.
La columna vertebral es portadora de un fuerte simbolismo, las creencias más antiguas le otorgaron un significado profundo y trascendente debido a su verticalidad: representa el “axis mundi“ (el eje del mundo, representado por el Árbol de la Vida), que une el cielo con la tierra, el plano terrestre con el plano celestial. En la Biblia y en la Cábala, se asocia con la escalera de Jacob que guía el ascenso espiritual del hombre. Según la tradición india, la kundalini (energía vital, también llamada “serpiente de fuego“), enrollada en la base de la columna vertebral, es despertada por el meditador y luego elevada desde el sacro hasta la parte superior de la cabeza, para alcanzar un mayor nivel de conciencia de sí mismo.
Una columna vertebral flexible y armonizada facilita una buena distribución de la energía vital en los principales centros de energía del cuerpo (chakras). Asegura no sólo el equilibrio general del ser, sino también su capacidad para (re)erguirse frente los desafíos. Es, en este sentido, un lugar de alta resiliencia. Al unir los planos terrestre y celeste, favorece la alineación vertical del ser en esta sagrada unión Tierra-Cielo. Por último, en relación con la autoestima, refuerza la capacidad de ponerse en movimiento y de creer en sí mismo para realizar sus sueños.
En la tercera escucha, toda la parte baja de la espalda comenzó a vibrar, especialmente en la parte superior de cada nalga. Un intenso hormigueo que se extendía a las articulaciones desde la cabeza del fémur. Y luego todo se calmó, justo antes de escuchar los soplos, lo que hizo que todo se vuelva suave y muy difuso, muy tranquilamente. Aunque me sentía un poco desanimado al principio de la escucha, al final había recuperado toda la energía y sentía que mi postura estaba bien derecha, bien alineado, y anclado a la tierra.